Crónica de una urgencia.
Lunes 13 de Agosto de 2012 hrs.
Quien no ha sufrido fractura en alguna parte de su cuerpo, no sabe el tormento que eso implica. Luego de un mes de inactividad desesperante para mis inquietos pies, debido a la fractura del dedo “gordo”, también conocido por “dedo primero”, del pie izquierdo, al fin pude dar mis primero pasos. Omitiré los detalles en los contratiempos al tratar de buscar ayuda en algún centro de asistencia social. Solo diré, que si usted tiene una emergencia, es decir urgencia de ser atendida de inmediato o semi inmediato, evite acudir a los hospitales de asistencia social.
No solo no lo atenderán en el momento, con las excusas que guste y mande, la más socorrida: falta de personal. Sino que además, le diagnosticarán erróneamente, logrando a futuro que el “caldo sea mas caro que las albóndigas”. Y si a usted –o a su urgencia-, se le ocurre requerir radiografías, le aconsejo llevar al menos unos 500 a 1000 pesos para ello y la consulta. Nada es gratis!
Pero, si al final ya aguantó 4 horas de espera con el pie como “tamal”, soportando estoicamente el dolor agudo del golpe. Si ya superó que le “enyesaran” de manera errónea el área requerida, si ya comprobó que no saben “traducir” el significado de radiografías con nombres de partes de huesos y aún requiere solicitar los servicios de un traumatólogo para verificar el daño de la parte accidentada, mal diagnosticada por un médico internista. Pues preparase a recibir de manera grosera y cortante que, si solicita cita, con mucho gusto se la darán pero, para dentro de un mes, a partir de la solicitud elaborada.
Es decir, si usted decide esperar los 30 días reglamentarios para poder ser atendido, preparase a las consecuencias médicas de su dolencia.
De otra manera tiene la segunda opción que le deja la asistencia social. Recurrir a los servicios médicos de un traumatólogo particular. Eso sí vaya preparado para ello. De entrada tendrá que pagar de 600 a 700 pesos la consulta. Al parecer no hay una tarifa establecida y como en el mercado, tendrá que buscar la mejor opción.
Su medico particular le dirá de los errores cometidos por el médico internista anterior. Le quitara ante sus horrorizados ojos, el vendaje mal colocado y, como por arte de magia experimentara usted un alivio a sus dolencias. Comprobará que, de no haber hecho el esfuerzo económico de acudir a un galeno especialista, pudo haber tenido consecuencias peores.
Luego de entregarle una receta con una lista de medicamentos que le devolverán la tranquilidad de su sueño y de su pie, por supuesto, pensará que la inversión valió la pena. Así como la compra de un zapato ortopédico especial para este tipo de fracturas que, a pesar de sus 800 pesos de costo, lo mirará de reojo pensando en lo que hubiera sido sus días de no haberlo adquirido y en lo maravilloso que hubiera sido invertirlos en un para de modernos zapatos. Ahora que, si no cuenta con los recursos para ello, pues invoque a todos los santos para y a su máxima inteligencia para lograr un buen término a su dolencia.
Y, si después de todo piensa acudir aunque sea a un chequeo a ese hospital de asistencia social, pues ni intente conseguir una cita a través de sus amigos supuestamente influyentes. Sus “asistentes”, muy bien entrenadas, le darán señas, puntos y comas sobre una cita médica que no llegará. Y si a pesar de todo, sigue insistiendo en tratar de conseguir una valiosa cita médica en cualquier centro de asistencia social, pues vaya preparado para ello. Le recomendaría un libro de esos gordos, o algunas revistas de moda, su bb o de perdis su celular, digo para entretenerse. Un par de refrescos y, por supuesto, una “colchita” o suéter, para contrarrestar el frío invierno que prevalece en esas áreas y…hasta puede “echarse” un sueñito.
Solo espero y deseo que al final de tanta insistencia, logre su objetivo…ser atendido y estar sano. Y es cuando uno se pregunta…de que sirve el seguro popular? Ni siquiera valen las horas de espera para ficha, entrega de documentos, entrevistas y un oficio que, al final servirá para ser archivado o de soporte de una taza de café.
Y por cierto…si usted se logra equivocar dentro de esos minutos de urgencia y desesperación y cae en el IMSS, olvídelo. Puede prepararse para lo peor. Si usted no es derechohabiente y a pesar de que le vean la muerte cerca, nunca lo atenderán. Todos se miraran con cara de what? y no tendrá más remedio que salir por sus propios pies. A menos que se encuentre un alma “caritativa” que le arrime una silla de ruedas y la deje a las puertas de un área de urgencias que no son precisamente las que está padeciendo usted. Y aun no entiendo el porque le llaman de asistencia social.
No solo no lo atenderán en el momento, con las excusas que guste y mande, la más socorrida: falta de personal. Sino que además, le diagnosticarán erróneamente, logrando a futuro que el “caldo sea mas caro que las albóndigas”. Y si a usted –o a su urgencia-, se le ocurre requerir radiografías, le aconsejo llevar al menos unos 500 a 1000 pesos para ello y la consulta. Nada es gratis!
Pero, si al final ya aguantó 4 horas de espera con el pie como “tamal”, soportando estoicamente el dolor agudo del golpe. Si ya superó que le “enyesaran” de manera errónea el área requerida, si ya comprobó que no saben “traducir” el significado de radiografías con nombres de partes de huesos y aún requiere solicitar los servicios de un traumatólogo para verificar el daño de la parte accidentada, mal diagnosticada por un médico internista. Pues preparase a recibir de manera grosera y cortante que, si solicita cita, con mucho gusto se la darán pero, para dentro de un mes, a partir de la solicitud elaborada.
Es decir, si usted decide esperar los 30 días reglamentarios para poder ser atendido, preparase a las consecuencias médicas de su dolencia.
De otra manera tiene la segunda opción que le deja la asistencia social. Recurrir a los servicios médicos de un traumatólogo particular. Eso sí vaya preparado para ello. De entrada tendrá que pagar de 600 a 700 pesos la consulta. Al parecer no hay una tarifa establecida y como en el mercado, tendrá que buscar la mejor opción.
Su medico particular le dirá de los errores cometidos por el médico internista anterior. Le quitara ante sus horrorizados ojos, el vendaje mal colocado y, como por arte de magia experimentara usted un alivio a sus dolencias. Comprobará que, de no haber hecho el esfuerzo económico de acudir a un galeno especialista, pudo haber tenido consecuencias peores.
Luego de entregarle una receta con una lista de medicamentos que le devolverán la tranquilidad de su sueño y de su pie, por supuesto, pensará que la inversión valió la pena. Así como la compra de un zapato ortopédico especial para este tipo de fracturas que, a pesar de sus 800 pesos de costo, lo mirará de reojo pensando en lo que hubiera sido sus días de no haberlo adquirido y en lo maravilloso que hubiera sido invertirlos en un para de modernos zapatos. Ahora que, si no cuenta con los recursos para ello, pues invoque a todos los santos para y a su máxima inteligencia para lograr un buen término a su dolencia.
Y, si después de todo piensa acudir aunque sea a un chequeo a ese hospital de asistencia social, pues ni intente conseguir una cita a través de sus amigos supuestamente influyentes. Sus “asistentes”, muy bien entrenadas, le darán señas, puntos y comas sobre una cita médica que no llegará. Y si a pesar de todo, sigue insistiendo en tratar de conseguir una valiosa cita médica en cualquier centro de asistencia social, pues vaya preparado para ello. Le recomendaría un libro de esos gordos, o algunas revistas de moda, su bb o de perdis su celular, digo para entretenerse. Un par de refrescos y, por supuesto, una “colchita” o suéter, para contrarrestar el frío invierno que prevalece en esas áreas y…hasta puede “echarse” un sueñito.
Solo espero y deseo que al final de tanta insistencia, logre su objetivo…ser atendido y estar sano. Y es cuando uno se pregunta…de que sirve el seguro popular? Ni siquiera valen las horas de espera para ficha, entrega de documentos, entrevistas y un oficio que, al final servirá para ser archivado o de soporte de una taza de café.
Y por cierto…si usted se logra equivocar dentro de esos minutos de urgencia y desesperación y cae en el IMSS, olvídelo. Puede prepararse para lo peor. Si usted no es derechohabiente y a pesar de que le vean la muerte cerca, nunca lo atenderán. Todos se miraran con cara de what? y no tendrá más remedio que salir por sus propios pies. A menos que se encuentre un alma “caritativa” que le arrime una silla de ruedas y la deje a las puertas de un área de urgencias que no son precisamente las que está padeciendo usted. Y aun no entiendo el porque le llaman de asistencia social.