Lito da revés a rumores.
Lunes 17 de Septiembre de 2012 hrs.
La convocatoria de Lito en las fiestas patrias.
Quien corrió el rumor que el alcalde de Cozumel, Aurelio Joaquín dejaría vacante su silla en la presidencia del palacio de gobierno cozumeleño, seguramente deberá estar dándose topes en la cabeza.
El alcalde no solo vitoreó a los mártires de la independencia ante una abarrotada explanada, justo debajo del balcón principal del legendario palacio de gobierno en la isla de las Golondrinas, sino que además, presidió un concurrido desfile, en donde desfilaron en acción solidaria con el alcalde y el municipio, contingentes de diversos sectores.
El poder de convocatoria de Aurelio, se puso a prueba y la supero con creces. Los rumores en su entorno, van y vienen y el inquieto alcalde, utiliza su mejor grilla para combatirlos: su trabajo…
El alcalde “Charro”.
Y, hablando de rumores. Dicen que el que causó una verdadera molestia entre la ciudadanía fue el alcalde de Benito Juárez, Julián Ricalde. La cosa no era para menos. Los cancunenses se quejaron de un desfile de mucho “ego”, de lucimiento personal y de gastos innecesarios. Amén de dejar al paso del alcalde “charro” de BJ y de su cuadrúpedo amigo, buena parte del alimento procesado y desechado por el animalito a su paso por las calles de Cancún.
Quizá con otra organización pero con la misma visión, la idea de Ricalde no resulte tan descabellada. Ciertamente, así es el desfile “grande” en la ciudad de México. La charrería hace acto de presencia con sus mejores trajes y caballos. Lo malo es que, a su paso por Cancún, los charros pudieran resultar un atractivo para los turistas pero, una contraparte en cuanto a la limpieza y olores en un una ciudad de otras dimensiones al D.F.
Lo cierto es que, Julián Ricalde Magaña, tiene un hobby costoso y cuantioso. Y a propósito de su “hobby”, que pasó con su proyecto de los corceles españoles de pura sangre que pensaba traer como atractivo a Cancún? Unos cuadrúpedos que, dado su origen, linaje y sangre, requerirían un “hotel” de lujo, con aire acondicionado y comida gourmet. Un espectáculo, en donde saldría más caro el caldo, que las albóndigas.
La más popular de la familia Borge.
Tiene unos cuantos meses y ya acapara la atención a donde acude. Ya lo hizo en el informe de gobierno de su padre y lo repitió la noche del “grito” en el palco principal del Palacio de Gobierno, en la capital del estado, la histórica Chetumal.
Mientras el gobernador Borge, su padre, ondeaba la bandera mexicana y repiqueteaba las campanas, la primogénita del matrimonio Borge Zorrila, no perdía detalle de lo que acontecía a su alrededor, sostenida en los brazos de su madre. Las miradas de su entorno sobre ella, lo delata. Los flashazos, lo confirman.
Roberta Borge Zorrilla, nació casi al inicio del gobierno de su progenitor. Vivirá en la Casa de Gobierno Chetumaleña, sus primeros e importantes años de infancia. Por esa emblemática Casa, han pasado muchos niños, sin embargo, no recuerdo que haya nacido uno precisamente en la administración de alguno de los gobernadores que ha tenido el estado. Han vivido niños, jóvenes, sobrinos, nietos, amigos. Todos, fueron dejados por el ave picuda en otras remitentes. Bueno, ella, por si misma, ya hizo y seguirá haciendo historia.
Los Chetumaleños y los valores patrios y cívicos.
Y hablando del “grito” en Chetumal, no cabe duda que los valores cívicos y patrios no se pierden a través de las generaciones. Como hace ya algunos ayeres, la explanada de la bandera, justo abajito del balcón principal del Palacio de Gobierno, miles de chetumaleños acudieron a festejar un año más de la independencia de México.
Con un recuerdo fugaz, me viene a la mente que hace más de 30 años, desde temprano, los chetumaleños acudíamos a con niños en mano, a presenciar este acto cívico, para después disfrutar de los juegos pirotécnicos y los más “socialité”, el tradicional selecto baile en el Bellavista –ahí se realizaban antes-. La tradición, al menos en ciudades como Chetumal, Cozumel e Isla Mujeres, sigue vigente. Antes, no importaban tanto círculos sociales o culturales, es decir, en el clamor patrio; todo lo anterior se mezclaba en esa noche, con los “sentimientos de la Nación” de Morelos.
Ciertamente, también es un motivo para lanzarse a tomar más de un “alipús”, que pondrá en aprietos a varios esa noche pero, viendo hacia el fondo tiene significado. Esa noche es de fiesta mexicana, hasta en las viviendas más humildes. El “grito” no solo es histórico, sino social, cultural y hasta político. La identidad de un pueblo, de sus valores patrios y cívicos desde la niñez, sin duda que logran forjar generaciones con mejores cimientos. Ser mexicano, se siente pero, también se aprende a serlo.
Quien corrió el rumor que el alcalde de Cozumel, Aurelio Joaquín dejaría vacante su silla en la presidencia del palacio de gobierno cozumeleño, seguramente deberá estar dándose topes en la cabeza.
El alcalde no solo vitoreó a los mártires de la independencia ante una abarrotada explanada, justo debajo del balcón principal del legendario palacio de gobierno en la isla de las Golondrinas, sino que además, presidió un concurrido desfile, en donde desfilaron en acción solidaria con el alcalde y el municipio, contingentes de diversos sectores.
El poder de convocatoria de Aurelio, se puso a prueba y la supero con creces. Los rumores en su entorno, van y vienen y el inquieto alcalde, utiliza su mejor grilla para combatirlos: su trabajo…
El alcalde “Charro”.
Y, hablando de rumores. Dicen que el que causó una verdadera molestia entre la ciudadanía fue el alcalde de Benito Juárez, Julián Ricalde. La cosa no era para menos. Los cancunenses se quejaron de un desfile de mucho “ego”, de lucimiento personal y de gastos innecesarios. Amén de dejar al paso del alcalde “charro” de BJ y de su cuadrúpedo amigo, buena parte del alimento procesado y desechado por el animalito a su paso por las calles de Cancún.
Quizá con otra organización pero con la misma visión, la idea de Ricalde no resulte tan descabellada. Ciertamente, así es el desfile “grande” en la ciudad de México. La charrería hace acto de presencia con sus mejores trajes y caballos. Lo malo es que, a su paso por Cancún, los charros pudieran resultar un atractivo para los turistas pero, una contraparte en cuanto a la limpieza y olores en un una ciudad de otras dimensiones al D.F.
Lo cierto es que, Julián Ricalde Magaña, tiene un hobby costoso y cuantioso. Y a propósito de su “hobby”, que pasó con su proyecto de los corceles españoles de pura sangre que pensaba traer como atractivo a Cancún? Unos cuadrúpedos que, dado su origen, linaje y sangre, requerirían un “hotel” de lujo, con aire acondicionado y comida gourmet. Un espectáculo, en donde saldría más caro el caldo, que las albóndigas.
La más popular de la familia Borge.
Tiene unos cuantos meses y ya acapara la atención a donde acude. Ya lo hizo en el informe de gobierno de su padre y lo repitió la noche del “grito” en el palco principal del Palacio de Gobierno, en la capital del estado, la histórica Chetumal.
Mientras el gobernador Borge, su padre, ondeaba la bandera mexicana y repiqueteaba las campanas, la primogénita del matrimonio Borge Zorrila, no perdía detalle de lo que acontecía a su alrededor, sostenida en los brazos de su madre. Las miradas de su entorno sobre ella, lo delata. Los flashazos, lo confirman.
Roberta Borge Zorrilla, nació casi al inicio del gobierno de su progenitor. Vivirá en la Casa de Gobierno Chetumaleña, sus primeros e importantes años de infancia. Por esa emblemática Casa, han pasado muchos niños, sin embargo, no recuerdo que haya nacido uno precisamente en la administración de alguno de los gobernadores que ha tenido el estado. Han vivido niños, jóvenes, sobrinos, nietos, amigos. Todos, fueron dejados por el ave picuda en otras remitentes. Bueno, ella, por si misma, ya hizo y seguirá haciendo historia.
Los Chetumaleños y los valores patrios y cívicos.
Y hablando del “grito” en Chetumal, no cabe duda que los valores cívicos y patrios no se pierden a través de las generaciones. Como hace ya algunos ayeres, la explanada de la bandera, justo abajito del balcón principal del Palacio de Gobierno, miles de chetumaleños acudieron a festejar un año más de la independencia de México.
Con un recuerdo fugaz, me viene a la mente que hace más de 30 años, desde temprano, los chetumaleños acudíamos a con niños en mano, a presenciar este acto cívico, para después disfrutar de los juegos pirotécnicos y los más “socialité”, el tradicional selecto baile en el Bellavista –ahí se realizaban antes-. La tradición, al menos en ciudades como Chetumal, Cozumel e Isla Mujeres, sigue vigente. Antes, no importaban tanto círculos sociales o culturales, es decir, en el clamor patrio; todo lo anterior se mezclaba en esa noche, con los “sentimientos de la Nación” de Morelos.
Ciertamente, también es un motivo para lanzarse a tomar más de un “alipús”, que pondrá en aprietos a varios esa noche pero, viendo hacia el fondo tiene significado. Esa noche es de fiesta mexicana, hasta en las viviendas más humildes. El “grito” no solo es histórico, sino social, cultural y hasta político. La identidad de un pueblo, de sus valores patrios y cívicos desde la niñez, sin duda que logran forjar generaciones con mejores cimientos. Ser mexicano, se siente pero, también se aprende a serlo.